Atado de manos ante la expectante mentira
El sentimiento de culpa precedente al pecado consumado oprime mi pecho marcando en él la huella de un enorme dinosaurio gris.
Siempre supe que la pureza no existía, pero hoy la he visto en carne propia
Y deseo vomitar.
Esta noche, me toca vomitar verdades
Esta noche, me toca estropear todo lo hermoso que creí ver en mi
Esta noche se acabó.
Porque no se puede soportar el peso eternamente
Y porque estás tan lejos que las palabras que ahora pudiera gritar jamás llegarían a tus oídos sordos
Supurando grima
Pero sobre todo, viendo reventar toda la energía por tanto tiempo comprimida y acumulada en el delicado globo de conciencia
Te dejo, quizá para siempre, para salir volando en mi terodáctilo rosa
Tal vez así, la cicatriz del dinosaurio cicatrice.
Y el vacío se desvanezca. . . .
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