seleccioné de la forma más minuciosa cada servilleta que formaría parte de ella
el sorbete negro sería su tallo, esbelto y fuerte
Fuerte, porque representaría nuestro amor
Le dediqué el tiempo exacto a cada pétalo
pinté sus bordes con fibrón negro, indeleble
el bien y el mal ya estaban inscriptos en ella aún antes de empesarla
el negro y el blanco jugaban su papel animal en esta representación vegetal
quizá no era suficiente
inserté los pétalos en el tallo
desinfecté cada sector para que fuera libre de enfermedades
libre de obsesiones
libre de violencia y de malos tratos
la viva imagen un amor tan libre como incondicional
Finalmente la abrí, y floreció ante mi
resplandeciente, luminosa y perfecta
de papel, porque el papel no se marchita
de papel porque sería eterna, como nuestro amor
Pero al instante, la flor se marchitó
ante mis ojos desorientados el papel se puso viejo y lo impensado sucedió
te fuiste, de una vez y para siempre
nunca más supe de vos
y me quedé como un idiota con una flor de papel marchita en la mano
mas la tristeza no acudió en mi auxilio
sino la ira
La más completa ira embebió mi cuerpo con su locura
y en un rapto de cordura incineré la flor
esa maldita flor que acabó con nuestro amor
marchitándose en un acto de completa traición
¿Cómo pudo marchitarse el papel?
¿Cómo pudiste fugarte sin siquiera despedirte?
Lo único que puedo sugerirte ahora es que no vuelvas
porque mi demencia no se ha calmado aún
y podría incinerarte como a la flor que alguna vez representó tan fielmente nuestro amor
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